19 de agosto de 2011

Apenas mi vida

 En el quirófano no hay sangre en polvo, ni sangre que llegue al río, y menos sangre en la arena. No hay tomates enlatados. No hay agujas en los huesos. Ni tigres que ladren a la luna, ni luna con un sombrero de fuego. Tampoco hay ventanas ni cielos rojos. Ni diarios amarillos que me cuenten otro cuento. El hombre del bisturí no tiene brazos, ni ojos. Y me habla con mi boca. El día menos pensado… me dice. Mientras con los pies me pinta glicinas en las rodillas. Este Arcimboldo sin frutas en la cara, me siembra un malvón en el ombligo. Como no sabe mi destino, me tira un dado en el vientre. Quizás me brote una risa cuando me corte por las marcas dibujadas en el pecho. Me saque el corazón. Me seque. Quizás me lleve adonde no estaré jamás. Ahí, donde un gato siamés tan bizco como el mío se me acomode en el cuello. Y los amorosos se me acurruquen en los costados del cuerpo. El hombre del bisturí juega detrás del malvón con mi cuerpo en su frente. Y decide que hoy es el día menos pensado. Desnudo de sí, se pone los ojos y  besa con mi boca. Se pone los brazos, se cambia la cabeza y sale por la puerta de emergencia.
En este quirófano no hay certezas. No te cosen las heridas. La sangre se queda en las venas.
Hay garras en los ojos y manos que saben de vientos, aunque el destino no deje propina.

4 de agosto de 2011

A uno que se está muriendo en la cárcel

Quizás no me recuerdes. Yo era la que tenía un esqueleto recién estrenado. Y un zumbido de amapolas en los ojos. Apenas veintidós, cuando la tarde se acostó en mis sombras. Cuando mis sueños gimieron ataúdes. Puedo mostrarte las peores imágenes. El pelo pegoteado de sudor y vómitos amarronados. La sangre coagulada sobre la desnudez de las vísceras. Las letrinas vacías porque el pis chorreaba por las piernas, para calentar las noches. ¿Ahora te acordás? Vos fuiste uno de los que escarbaste entre mis piernas. En ese mundo adentro de otro mundo. Un mundo de animales desbocados, de cómplices hombres cruces.
También puedo mostrarte una historia nueva, construida sobre tu despojo de lunas, con el llanto de dolores inéditos, con el horizonte en llamas. Aunque nadie nos pague el exceso de desdicha, la vida siempre será una oruga en la lengua un aleteo en los ojos un gato con las uñas siempre afuera una lágrima tibia encendiendo la piel un río desbarrancado y luego vuelto a su caudal. Una mariposa creciendo de una piedra. Siempre estaremos renaciendo.

Hace tanto tiempo y no estamos a destiempo. Mi memoria no hace tratos con el olvido, hombrecito poderoso, cucaracha genocida. Vengo con los pies descalzos, ojos de lince y garras de águila. Para abrirte los poros con mi lengua áspera de felino. Y verte sangrar piel de serpiente. Vengo con el corazón transpirado de penas. Con pólvora en la garganta. Y la memoria en el pecho. A decirte que sos apenas el leve chillido de una banda de cuervos. Una pulga, en un hervidero de insectos.
Te traigo un carcelero. Hasta que el silencio te pudra el pellejo. Hasta que la última polilla, se quede satisfecha con tus huesos.