31 de octubre de 2010

Señora

Caminar las sombras de la noche y elegir una esquina donde mostrar el puño de las medias que no tapa la minifalda apretada pero deja mover las caderas mientras los ojos olvidados que exageran el delineador que estiliza la mirada buscan al descuido al cliente el segundo cliente porque el primero fue el permiso de esquina el favor el peaje que pagó a la yuta menor de la cuadra yuta menor que acompaña a los chorros para provecho propio y de algún reconocido señor que busca a la dueña de la esquina y desea el pecado que no permite en su casa de buenos modales y señora cansada en la cama el señor que se pinta la cara con el rouge y se excita con el perfume barato de la puta que se toca el estomago en un gesto de asco y recuerdo del día en que la suerte la acarició por un rato y el intendente le dio un puesto de amante y el perfume fue caro y las ropas no traían el olor del arroyo y el rojo del rouge era una cereza brillante como las marcas de cigarrillos que un fanático dejó en su cuerpo marcado de golpes de hombres que creen en dios y se creen dios de las mujeres rotas que perfuman la oscuridad de osadía. Y rotas se  devoran a los hombres enteros cuando caminan las sombras de la noche.

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