3 de noviembre de 2010

Carta

                Pintura: La libertad guiando al pueblo de Eugène Delacroix
              
Buenos Aires, 24 de marzo de 2009

Querido Miguel:

                     Repasé tu letra abierta y desgarbada de chico de veintipico. Estaba ahí como siempre, viva en la dedicatoria de El principito, edición mil novecientos setenta. Y te imaginé escribiéndola con Galileo a los pies.  Mi hijo siempre pensó que era una de las tantas historias que le inventaba cuando era chico. A todo el que no te conocía, se le hacía difícil  creer que durante ocho años fuiste el lazarillo de tu perro. ¿Te acordás cuando lo encontramos tirado en una zanja? Tu cara se contrajo aún más cuando descubrimos que era ciego. No recuerdo bien tu comentario, pero seguramente habrá sido de comprensión. Habrás dicho: la gente tiene tantos problemas.   
Hace treinta y cinco años, discutíamos con pasión. Las palabras que de allí salían, anidaban en la fábrica, en la facultad y en el club donde vos nadabas. Las tuyas se perdieron dentro de mi cuerpo y se acomodaron en mis entrañas. Algunas se quedaron ahí para siempre, a ninguna la pudieron secuestrar. Todas te buscaron, aquí y allá. Y se hicieron de otros cuando las escupí llamándote.
Quise escribirte antes, pero no había nada resuelto, si es que esto se puede resolver. Me hubiese gustado verte reflejado en la carita de tu hijo y poder acariciarlo. Pero a él tampoco lo encontré. ¿Con qué derecho te apartaron de nosotros?
                     Fui a verte muchas veces. Te llevé mis fracasos, mis luchas y alegrías. Te presenté a mi amor, a mi hijo, a mis gatos. Te mostré la vejez digna de nuestros amigos y la indigna de los otros.
                     Y como tantas, he vuelto del pasado para vivir el resto del camino. Para seguir desanidando palabras entrañables. Para seguir buscándote, aunque estás aparecido en mis vísceras desde  aquel  veinticinco de julio de mil novecientos setenta y cinco.
             

Miguel Angel Milanese, secuestrado en la puerta de la Facultad de Agronomía de  La Plata el 25/07/1975, por fuerzas parapoliciales previas a la dictadura militar.

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