20 de noviembre de 2010

Villa Crespo

Mural en Villa Crespo - Acevedo al 500

En las copas de los árboles, mágicas risas de niños.
El sol sobre la plaza triangular. La plaza de las murgas y el teatro y el cine. La del canil, la canchita de fútbol,  los juegos. Una plaza sin rejas, gracias a la garra y el cuidado de los vecinos. Enfrente de la plaza, la escuela. El Guernica en el frente de la escuela. La cultura y la educación en la calle principal. Y para algunos la educación principal en la calle.
Calles de vecinas en las puertas. De puertas abiertas a zaguanes en penumbras. Recuerdos de amores de otros tiempos. Y de perdones a destiempo. Ventanas al corazón. El aire con aroma a fatay, pilaf, gefilte fish, y asado y pastas y paella. La luna y sus suspiros.
Juegos de la infancia en la casa natal de Juan Gelman, que “habla y deshabla con el hijito que el otoño desprendió”. La luna y sus puñales.
En el encuentro de las dos avenidas, la buena suerte con Pugliese Pugliese Pugliese. El clavel rojo sobre el piano. El ronroneo del subte debajo de los pies. Las piruetas en la vereda al compás de la Yumba.
La noche con luces en los ojos. Las sombras detrás de las estrellas. Miles de animales sangrantes en los cueros y las pieles de Murillo. Y miles de niños sin abrigo.
Juntos, los ángeles y los demonios del cristo de las manos rotas. Y la soledad de Adán Buenosayres, perdida en los bares de la zona. En alguna mesa, el ruso, el árabe, el turco y el armenio. Con ellos el abrazo solidario de sus pueblos enfrentados. En otra mesa Celedonio Flores “rechiflao en su tristeza”. Y  mano a mano “el gato con el mísero ratón”.
Enfrente de la confitería Imperio las ilusiones traicionadas o no, en el local del partido antiimperio.
Las voces olvidadas del conventillo de la paloma. El grito ahogado del Maldonado. Desde la cancha, el murmullo de los trapos al viento. Y el sonido grave del gol.
En el centro de la ciudad, mi barrio. El de las mágicas risas de niños en las copas de los árboles

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